No puedo con la vida de los demás, en serio.
Hoy no estoy harta, pero sí muy cansada, tanto, que ni fuerzas de enfadarme tengo. Y aunque he llegado a la conclusión de que no puedo, aunque así lo he decidido por mi bien, me siento mal y culpable. Me siento mal por no llegar, me siento culpable por no hacer más.
Que crean que yo puedo ayudarles no quiere decir que así sea.
Me da miedo pensar que un día pueda ser yo la que necesite ayuda, y no encuentre quien me ayude. Tengo miedo de que me paguen con la misma moneda.
Y los que nunca fallan, siempre están ahí y no me abandonan, son el miedo y la culpa.
No creo que alguien de mis características sea la persona más adecuada para ayudar a los demás, para dar consejos o decir lo que tienen que hacer.
Y por otra parte, ¿alguien me ha preguntado si puedo, si quiero? Puedo no ser capaz, tengo mis limitaciones. Y también tengo poder de decisión, tengo derecho a negarme.
Además, que ya tengo bastante con lo mío, que también estoy para que me ayuden... ¿que no lo sabías? Normal, no suelo compartir mis malos momentos. Puedes llamarlo egoísmo, vergüenza, soberbia, orgullo, miedo, culpa, como quieras. Y no vayas a creer que no lo he intentado, pero no ha funcionado.
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