lunes, 23 de agosto de 2010

Cuando llegó el instinto II

Enredando, enredando he borrado otra entrada con este título. Yo puedo ver lo que escribí, pero no consigo que se vea en el blog nada que no sea el título.
Así que de una manera supongo que no muy profesional, he copiado y pegado.

"Yo creo que el instinto maternal me llegó de golpe.
Antes de querer ser madre los bebés no me llamaban la atención. No sabía
que hacer cuando tenía uno en brazos, no tenía gracia para cogerlos y tampoco
les hacía monadas para verlos reír porque me sentía ridícula. Ni me interesaban
ni mucho menos pensaba en ser madre en un futuro.
Siempre he tenido amigas que como yo digo "han sido madres antes de tener
hijos". Son esas amigas que disfrutaban en compañía de niños, que sabían como
tratarlos y que tenían muy claro que algún día ellas tendrían uno.Cuando me casé
ya vivíamos en la que hoy es nuestra casa (bueno, la que estamos pagando).
Tiene tres habitaciones: nuestro dormitorio, la habitación donde está el
ordenador y todos mis libros, y la habitación de todo lo demás; la de la plancha
cuando hay que planchar, la de los invitados cuando viene alguien, la de los
puzzles cuando nos dió por montar puzzles...
El caso es que cuando pensaba en utilizar esa tercera habitación para un
niño...uffff, me entraban hasta calores. ¿Y dónde iba a guardar todo lo que
tenía allí? Pues donde lo tengo guardado ahora, ni más ni menos.
Vamos, que no quería tener niños y le encontraba pegas y peros a todo lo
que tuviera algo que ver con ello.

Nos casamos en Abril del 2006 y todo perfecto. Hasta que a finales de ese
mismo año me compro un libro que habla sobre el embarazo y el primer año de vida
de los bebés.
Yo soy la primera sorprendida al leer los cambios que sufriría mi cuerpo al
quedarme embarazada y darme cuenta que no sólo no me asustan, sino que me
apetecen. Y entonces también empiezo a ver otros cambios en mi actitud de los
que no me había percatado hasta ese momento: miro a los bebés por la calle y me
sonrío, me paro en los escaparates de tiendas de puericultura, pienso en la
habitación que ocupará el bebé cuando llegue y los cambios que sufrirá la casa
cuando empiece a caminar y me siento preparada para ello.Antes de hablarlo con
mi marido, César, me lo pensé muy bien. Suelo pensar mucho las cosas antes de
hacerlas, sobre todo si son decisiones tan importantes como la de ser
madre.
Y aquí llegó el primer enfrentamiento entre lo que se oye, se vende y te
dicen, con lo que mi cuerpo, mi mente y mi corazón me pedían.
Era tan buen o mal momento como cualquier otro para tener hijos, y ante
cualquier duda o problema material o económico que me dificultaba tomar la
decisión, mi cuerpo, mi mente y mi corazón me decían que podría con todo, que lo
importante era querer, y querer poder, sobre todo. Le encontraba solución a
todos los inconvenientes que pudiera encontrar, así que ya era el
momento...
Y después de hablarlo a eso nos pusimos. Así que me quedé embarazada en
Marzo del 2007 y en Diciembre llegó Rodrigo."

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