Estas navidades hemos visitado a unos amigos que han sido padres hace un mes escaso. Es su primera hija.
Estaban encantados, contentos, cansados pero felices. Contemplaban a la niña mientras la tenían en brazos. Nosotros también pudimos cogerla. Para lo único que la niña protestó fue para pedir teta. En todo momento había unos brazos acunándola, sosteniéndola, dándole calor.
Era todo tan... como tiene que ser, es lo único que se me ocurre.
No ha sido como a otros padres recientes que hemos visitado. Comprensible, después de todo, ya que cada uno tiene unas circunstancias diferentes.
Fue una de esas visitas de las que te llevas más de lo que tú das, por cómo te hacen sentir.
Les deseo que sigan igual, en esa nube para tres que los envuelve en un abrazo. Con esa felicidad sin fin que te pinta una sonrisa incansable en la cara y te llena los ojos de lágrimas de emoción ante cualquier regalo.
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