Anoche Rodrigo me pidió teta.
Como todas las noches, nos fuimos a la cama su hermano, él y yo, los tres juntos.
Unas noches leemos un cuento, otras apagamos la luz y contamos una historia y otras noches es demasiado tarde para el cuento y la historia, pero aún así, tardamos bastante en dormirnos porque jugamos, nos abrazamos, intentamos que el pequeño no nos pise mientras baja de la cama y vuelve a subir...
Cuando Rodrigo se destetó, estuve tanto tiempo intentando que volviera a cogerse al pecho, que creo que lo único que conseguí fue agobiarle, ya que cada vez que lo cogía para intentar darle teta me apartaba con los brazos estirados. Ha sido después de mucho tiempo, y muy poco a poco, que ha vuelto a sentir interés por mis pechos, a tocármelos o jugar con ellos. Y también ha sido a raíz de nacer Gonzalo, de verme darle pecho y verme las tetas todo el día a todas horas, que ha vuelto a tener "una relación normal" con esa parte de mi cuerpo.
Muchas veces, mientras Gonzalo mama, se acerca a nosotros y se acurruca sobre mí apoyando su cara en el pecho que está libre, mientras acaricia la cara de su hermano y me dice que le gusta estar conmigo. Algunas veces le digo si quiere teta y me dice que no, que ya es grande y que sólo toman teta los bebés.
Pero anoche no tuve que ofrecérsela, fue él quién me dijo que quería teta. Se metió el pezón en la boca, intentó succionar y se enfadó porque dijo que no salía nada. Intenté explicarle cómo hacer para sacar la leche y dijo que no, que lo hacía como yo decía pero que no salía nada. Decir que el enfado le duró muy poquito. Pronto volvió a abrazarse a mí.
Fue un momento muy tierno, mágico y a la vez curioso. Tenía casi ocho meses cuando se destetó y en diciembre ya cumple los cinco años.
Lo que busca en mí no es leche, lo tengo claro. Quiere calor, cariño, mimos, mamá... y eso lo ha tenido, lo tiene y lo tendrá siempre.
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