Tres veranos he estado indecisa, y tres veranos he hecho lo mismo: nada.
En estos tres años, cada vez que mi chico el mayor ha terminado el colegio, he tenido el mismo dilema: ¿hacemos deberes en verano? Y quien dice deberes dice tareas, actividades, manualidades, ejercicios, repaso... cualquier cosa cuyo objetivo sea no olvidar lo que ha aprendido durante el curso.
Y cada año me surgen las mismas preguntas: ¿lo aprendido se olvida? ¿tan pequeño le hace falta repasar?, si no disfruta ahora del verano y de lo que esto significa ¿cuándo lo hará?, si no hace deberes ¿irá más retrasado el próximo curso?, ¿no se supone que están aprendiendo constantemente, incluso mientras juegan, que son como esponjas que todo lo absorben?, ¿le estoy haciendo más mal que bien?
Y claro, siempre (o casi siempre) que se toma una decisión te queda la duda de si será la adecuada, de qué hubiera pasado si hubiéramos ido por el otro camino, de si al final me arrepentiré... sí, soy una indecisa., y lo único que puedo hacer es reconocerlo.
El caso es que estos años no hemos hecho deberes en verano y ha terminado los cursos dentro de la media, teniendo en cuenta que con 3, 4 y 5 años no tendría que haber media. Cada año ha ido adquiriendo conocimientos, avanzando, aprendiendo cosas, y entonces pienso que falta no le ha hecho, que por lo menos el niño ha disfrutado del verano, y yo del niño.
También pienso que ya llegará cuando tenga deberes y no haya más remedio que hacerlos, que dedicarle tiempo a los estudios. Y para no variar, ya me anticipo a los acontecimientos y me preocupo por el tema. Todavía no hemos empezado el nuevo curso y ya estoy pensando en cómo podré ayudarle con los deberes, cómo llevará él empezar primaria, cambiar de maestra, hacerse mayor... y pensando, pensando, y siendo sincera conmigo misma, la pregunta es ¿cómo lo voy a llevar yo? Pues quiero pensar que no demasiado mal pero sobre todo lo que no quiero es pasarle a él mis miedos y dudas en este tema.
Y cada año me surgen las mismas preguntas: ¿lo aprendido se olvida? ¿tan pequeño le hace falta repasar?, si no disfruta ahora del verano y de lo que esto significa ¿cuándo lo hará?, si no hace deberes ¿irá más retrasado el próximo curso?, ¿no se supone que están aprendiendo constantemente, incluso mientras juegan, que son como esponjas que todo lo absorben?, ¿le estoy haciendo más mal que bien?
Y claro, siempre (o casi siempre) que se toma una decisión te queda la duda de si será la adecuada, de qué hubiera pasado si hubiéramos ido por el otro camino, de si al final me arrepentiré... sí, soy una indecisa., y lo único que puedo hacer es reconocerlo.
El caso es que estos años no hemos hecho deberes en verano y ha terminado los cursos dentro de la media, teniendo en cuenta que con 3, 4 y 5 años no tendría que haber media. Cada año ha ido adquiriendo conocimientos, avanzando, aprendiendo cosas, y entonces pienso que falta no le ha hecho, que por lo menos el niño ha disfrutado del verano, y yo del niño.
También pienso que ya llegará cuando tenga deberes y no haya más remedio que hacerlos, que dedicarle tiempo a los estudios. Y para no variar, ya me anticipo a los acontecimientos y me preocupo por el tema. Todavía no hemos empezado el nuevo curso y ya estoy pensando en cómo podré ayudarle con los deberes, cómo llevará él empezar primaria, cambiar de maestra, hacerse mayor... y pensando, pensando, y siendo sincera conmigo misma, la pregunta es ¿cómo lo voy a llevar yo? Pues quiero pensar que no demasiado mal pero sobre todo lo que no quiero es pasarle a él mis miedos y dudas en este tema.
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