lunes, 23 de septiembre de 2013

Si fuera como esos niños

Si mi hijo fuera como esos niños a los que les gusta el colegio, que disfrutan con las actuaciones escolares, que piden practicar actividades extra escolares, que se aburren en vacaciones y fines de semana esperando que lleguen los días de clase... yo estaría más tranquila.
Me levantaría por las mañanas sin el estómago revuelto, sin la duda de si ese día sería de los buenos o de los malos, sin esa incertidumbre, hasta que entra por la puerta del colegio, de si me va a decir algo que me rompa el corazón... Si es un día de los malos intento contenerme, consolarle, escucharle, animarle o lo que crea que haga falta, lo que sea con tal de aliviarle. Y el nudo del estómago con el que me he levantado va apretando más y más conforme lo veo entrar por la puerta. A partir de ese instante ya estoy pensando en la cara que tendrá al salir. Normalmente los días malos son parecidos: toda va más o menos bien hasta la hora de salir por la puerta de casa (hasta ese momento ha desayunado, se ha vestido y ha visto dibujos contento, sin dar señales de estar enfermo ni nada), entonces o le duele algo, o directamente me dice que no quiere ir al colegio, con los ojos vidriosos y haciendo pucheros. Algunos días incluso hace el camino aguantando las lágrimas, con actitud de sometimiento, de voy porque tengo que ir, no porque quiera, voy por ti, porque tú quieres que vaya.
Y si el día ha sido de los buenos, consigo respirar tranquila y dejar de contenerme cuando ya lo he perdido de vista porque está dentro y no tengo la posibilidad de verle.
Oigo hablar a las madres de los niños a los que les gusta el colegio y no las envidio a ellas, envidio a los niños por mi hijo, porque para él es un mal trago tener que ir al colegio, mientras podría ser otra cosa más y ya está.
¿Qué prefiere mi hijo? No madrugar,estar en casa, jugar, ver la televisión... ¿Qué no le gusta? Que le manden o le impongan lo que hacer, estar sentado y quieto, estar con gente con la que no está a gusto, pintar, escribir, leer...
Oigo hablar de escuelas y escoletas, escuelas libres donde respetan al máximo los ritmos de los niños, de homeschooling y educar a tus hijos en casa, y me siento impotente y cobarde, inútil y no preparada para hacer algo así.
Si él no se pusiera nervioso, yo no me pondría nerviosa, y a la vez no lo podría nervioso a él.

Pero mi chico no es como esos otros niños. Se levanta cinco días a la semana poniendo todo lo que puede de su parte para ir al colegio, cosa que no le gusta. Es un niño que prefiere jugar, ver la televisión y estar conmigo en vez de estar sentado y hacer cosas que de momento no le interesan. Es un niño que necesita moverse y tener espacio, su cuerpo se lo pide.
Es mi niño.

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