A veces estoy convencida de que no. Si pasa esto quisiéramos lo otro, y cuando pasa nos gustaría que fuera en otro momento; la cuestión es quejarse.
Afortunadamente no pienso siempre así, pero hay momentos en los que no puedo evitar ser una quejica descontenta, aunque se me pase pronto.
Hasta hace bien poquito Rodrigo ha sido bastante despegado. Tanto que nunca ha tenido problemas en quedarse con mis padres o mis suegros, a veces incluso era él quien pedía quedarse; así yo podía ir a la peluquería, hacer recados, o incluso salir alguna noche a cenar con mi marido. Porque esa era otra, si íbamos a cenar a casa de los abuelos muchas veces quería quedarse a dormir con ellos.
Yo me preocupaba y pensaba "¿será que mi hijo no me quiere?". Pero bueno, si estaba conmigo estaba bien, y si estaba con los abuelos también, así que desde bien pequeño tuve que asumir que mi hijo era "independiente y despegado", tanto que incluso se destetó el sólo a los ocho meses.
Todo esto ha cambiado desde que estoy embarazada, y es que su apego hacia mí crece a la vez que mi tripa. Ahora se ha vuelto a despegar un poquito, pero desde este verano más o menos que no quiere quedarse a dormir con los abuelos, ni durante el día tampoco. Si alguna vez lo he tenido que dejar con ellos porque tenía algo que hacer a lo que no me lo podía llevar había que explicarle porqué se quedaba con ellos y que ha dormir estaría conmigo. Y aunque hace poco se quedó otra vez a dormir en casa de mis padres porque él quiso, ya no es lo mismo que antes.
En casa hay días que puede resultar agotador (sobre todo cuando está cansado o tiene sueño), porque puede pasarse un buen rato diciendo "mama, mama, mama, mama, maaaamaaaa,...) y así sin parar, y da igual que yo le responda, le pregunte que quiere, que le pasa o lo coja en brazos, no sale de ahí.
Y claro, acostumbrada al Rodrigo de antes ahora hay ocasiones en las que me siento un poco agobiada, pero en el fondo me gusta que me prefiera a mí.
Así que ya ves, primero me preocupa que se quede bien con los demás, y ahora me agobia que no me quiera perder de vista.
Estos últimos días está volviendo a cambiar su comportamiento, no sé si por cansancio, porque se está poniendo enfermo o porque por mi tripa ya no puedo hacer todo lo que hacía antes de igual manera. El caso es que cuando está conmigo está muy pegado y mimoso, pero cuando está mi madre siempre quiere irse a casa de la yaya, y después del cole me dice que no quiere venir a casa con la mama.
Supongo que será otra etapa, y estoy segura de que hay un motivo, sino varios, para su comportamiento.
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