La última charla a la que he asistido hablaba sobre negociación y resolución de conflictos en la adolescencia.
No dijo nada nuevo, nada que no hubiera oído en charlas anteriores o hubiera leído. Llegué a pensar incluso que lo que ella explicaba podría haberlo explicado yo también, de tantas veces como lo había oído.
Está claro que no, no tengo carrera ni formación para eso, pero por muchas charlas a las que haya ido, por mucho que haya leído, creo que es la primera vez que me encuentro con que no me han ensañado nada nuevo, por mínimo que sea.
La verdad es que no salí contenta de esa charla, casi se puede decir que me fue indiferente, en lo que a ampliación de conocimiento se refiere.
Para colmo, el power point de la ponente tenía varias faltas de ortografía y de redacción, supongo que debidas a que ella es valenciano parlante y el texto estaba en castellano. Aun así no es excusa, una profesional no se puede permitir esas cosas. En mi opinión.
Es la primera vez que una charla de este tipo se me hace larga, la verdad.
Pero a veces, entre tanta cosa insignificante surge algo interesante, algo que siempre ha estado ahí pero que nunca te has pasado a pensar. Y eso es lo único que para mí vale la pena mencionar de dicha charla, lo único que me hizo pensar y sentir.
Nos dijo que de todos los años de vida de nuestros hijos, a proporción, será mínimo el tiempo que pasen con nosotras, el tiempo que dependan totalmente de nosotras. Nosotras, nosotros, su familia.
Y es cierto.
Pero a veces, entre tanta cosa insignificante surge algo interesante, algo que siempre ha estado ahí pero que nunca te has pasado a pensar. Y eso es lo único que para mí vale la pena mencionar de dicha charla, lo único que me hizo pensar y sentir.
Nos dijo que de todos los años de vida de nuestros hijos, a proporción, será mínimo el tiempo que pasen con nosotras, el tiempo que dependan totalmente de nosotras. Nosotras, nosotros, su familia.
Y es cierto.
Incluso aunque se hagan adultos y sigan viviendo en el domicilio familiar (como tanto pasa en estos últimos años), aunque sigamos cocinando, limpiando y lavando "para ellos", serán más unos compañeros de piso que alguien que depende de nosotras. No necesitarán permiso para entrar y salir. No tendremos que despertarlos por la mañana, ni mandarlos a la cama por las noches. Nosotras mismas podremos hacer otras cosas sin tener en cuenta si los tenemos que llevar a tal o cual sitio, no tendremos que estar pendientes de sus horarios para organizar los nuestros.
Y sí, ese día llegará, igual que han llegado otros que veía tan lejos, tan imposibles a veces.
Y sí, ese día llegará, igual que han llegado otros que veía tan lejos, tan imposibles a veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me interesa lo que piensas.