Hace años tuve un libro suyo entre las manos y empecé a leerlo, pero lo dejé porque pensé que tenía la casa lo suficientemente bien ordenada como para necesitar que alguien me enseñara a ordenar, y además con un libro.
Hablo de Marie Kondo.
Hace poco descubrí que había una serie sobre su método en Netflix y he visto unos cuantos capítulos.
Aunque sigo siendo una persona que no necesita de los servicios de una asesora del orden, reconozco que he aplicado alguna de sus enseñanzas, y me han ido bien.
Y esto es como (casi) todo. Seguramente un método (sobre lo que sea) no se ajuste al 100 % a nosotros, nuestro estilo de vida y forma de ser, por lo que simplemente hay que absorber de cada uno lo que nos pueda ser beneficioso, lo que nos aporte algo bueno.
Lo que más me ha gustado de la filosofía de Marie Kondo es lo de deshacerse de lo que no te hace feliz. Así de simple. ¿Para qué acumular cosas que no te aportan nada? ¿Que no solo no te hacen feliz, sino que te pueden hacer infeliz?
Sobre todo con la ropa, me he deshecho de prendas que cada temporada dejaba en el fondo del armario por si acaso, por si adelgazaba, por si me hicieran falta alguna vez. Y eso me producía infelicidad porque sabía que ese por si acaso no iba a llegar, porque volvía a comprobar una temporada más que mi cuerpo había cambiado y ya no podría llevar algo de cuando no tenía hijos, y porque sabía que lo que realmente me hacía falta era el espacio que ocupaba eso.
Y lo que también me ha funcionado, y no me avergüenza reconocer, es despedirme y dar las gracias a lo que voy a tirar. Y eso que la primera vez que lo oí pensé que yo nunca haría eso.
He leído críticas hacia ella y su método nada agradables. Las que se refieren a su persona no voy ni a mencionarlas. Pero hay una que yo tampoco puedo aplicar, al menos hoy en día: no tener más de 30 libros en casa.
Aunque hace poco hice limpieza y doné a la biblioteca casi tantos libros como los que ella dice que hay que tener en casa, por suerte en las estanterías me quedan muchos más.
Pero como he dicho antes, consiste en adoptar las medidas que se adapten a nosotros. Y yo estoy contenta porque además de ganar espacio me he quitado un gran peso de encima sabiendo que no tengo esas cosas que no utilizo y que cada vez que pasaba frente a ellas me decían en voz baja: "eh, tú, no pases de largo. Sabes que estamos aquí y que lo único que hacemos es ocupar espacio y recordarte que no te aportamos nada".
Mi conclusión es que este era el momento adecuado de que Marie Kondo apareciera en mi vida. Ahora es cuando puedo aprovechar algunos de sus consejos.
Y por otra parte, me encanta su aspecto, para qué negarlo. Se la ve tan pequeñita, tan delicada, tan suave y tierna, tan sonriente siempre con su pelo liso y sus falditas...
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